¿ Que si abandoné a mi hijo ?

¿ Que si abandoné a mi hijo ?

Esta es una historia basada en hechos reales. 


Quién soy?

Hola soy María y les voy a contar la razón por la que abandoné a mi hijo.

Tengo 47 años , estoy casada desde los 21años, mi profesión es fonoaudióloga. Mi esposo, Carlos, es un hombre apuesto y correcto, es muy dedicado a la familia. Carlos es ingeniero y goza de una excelente reputación en su medio, y yo sentía que me faltaba algo y ese algo que para muchos es secundario frente al significado de la familia, era estudiar y avanzar en mi desarrollo profesional.

La bendita Inconformidad

La inconformidad profesional suele ser una de las causas más comunes por las que ocurre el abandono de hogar.

Toda esta situación de bienestar familiar pero incomodidad profesional, trancurre en Ecuador entre los años 1999 – 2023,  siempre la relacioné con la película Historia de un matrimonio , y es que el problema aquí no era de amor, por el contrario había mucho, siendo precisamente por esto, por lo que me tildaban de loca!

Trabajé más de 10 años en mi carrera, pero no avanzaba. El sueldo no era malo, pero no era bueno. Al año 2023 teniamos un universitario de 20 años, alegre, estudioso, juicioso, todo lo bueno que podría haberse deseado en un hijo, nada que reprochar. En cierto modo, creo que ahí es donde estuvo el detonante. En la casa ya no había niño, poco a poco nos fuimos ganando a un jovencito independiente, responsable y que no necesitaba de sus padres, salvo para su sostenimiento económico; en conclusión , había llegado el momento de dejar volar a aquel nuevo ser.

Contrario a lo que hace la mayoría 

De un momento a otro me encontré sin trabajo, por que hacía dos años había renunciado para iniciar un restaurante , con el cual me fue muy mal. Quebré y me hice a muchas deudas. Después llegó la pandemia,  me fui encerrando y dedicando a los qué haceres del hogar. No volví a estudiar, pese a que me encantaba; sentía que el tiempo pasaba, envejecía y no podía ni imaginar que mis últimos días fueran a terminar así.

Entonces decidí estudiar, reuní a la familia y les dije muy decidida sin consultarlo, ” voy a estudiar y además fuera del país “. Esto fue fatal para todos, sin embargo continué, organicé mi viaje y pronto estaba en Portugal.  La despedida fue fatal, sobretodo me dolía muchísimo mi hijo, sus palabras el día anterior a mi viaje, cuando estabamos reunidos al rededor de la cena, me marcaron bastante ” mamá te has dado cuenta que ya nada volverá a ser igual”, contuve el llanto en ese momento, pero en la noche lloré sin descansar. En el aeropuerto nos abrazamos, lloramos y nos dijimos las más hermosas palabras de aliento.

Contrario a lo que hace la mayoría de las personas, era yo quien abandonaba la casa, no era mi hijo, él quedaba en casa con su padre.

La duda

Llegué a Portugal, todo muy bien los primeros días y luego me asalta el más profundo dolor, el sentimiento más feo que en mi vida había podido sentir y era el pensar que había abandonado a mi hijo, el no tener la certeza de haber hecho las cosas bien. Y es que cuando llamaba a casa solo escucha reclamos de ambos, esos primeros días fueron muy difíciles para Carlos y mi jovencito. Debían arreglárselas solos, el vacio, la falta de compañía, al punto que mi hijo nuevamente me dijo ” no se en qué momento se me desorganizó tanto la vida” volví a sentir morir , por que eso si que era por mi culpa. Toda la casa que había sido tranquilidad, paz y amor se había desbaratado y yo empezaba a tener problemas con Carlos.

Las recriminaciones

Los comentarios no se hicieron esperar. Había quien me decía, no te preocupes, es solo un año, pronto pasará y eso es bueno para ellos. Hubo una amiga menos cordial que me dijo,  “claro que esperabas, además ¿cómo se te ocurre dejar al niño solo?  no ha salido de casa, es a él al que le correspondía irse, ¿cómo has podido abandonarlo? “

Algunos de mi familia me hacían ver que mi hijo era aún muy inexperto y que podía perderse en el camino. Lo cierto era que yo estaba decidida a terminar mis estudios y no iba a regresar hasta graduarme, pero seguía con ese terrible sentimiento de haber dejado a mi hijo abandonado.


Abandoné a mi hijo 3


Regreso a casa y abandono total de mi hijo

El tiempo pasó, me gradué y tomé un avión rumbo a Ecuador, francamente no veía la hora de estar allá. Me reuní con Carlos y mi hijo, la casa estaba muy organizada, impecable, habían aprendido a estar sin Mí. Carlos seguía siendo el mismo caballero y cariñoso conmigo. Mi hijo estaba cambiado, era mucho más independiente, más serio pero estaba muy contento por mi regreso a casa; aunque de nuevo le desorganizaría la vida, pero esta vez sería por completo y para siempre. 

Convencí a Carlos de radicarnos en Portugal, había mejores oportunidades de trabajo, sobre todo para mí.  No fue fácil convencerlo, pero luego cedió . Nos reunimos con nuestro hijo y se lo dijimos, esto no fue nada bueno para él, una vez más manifestó su inconformidad, su malestar, su angustia de quedarse solo, su impotencia, no podía hacer nada para detenernos y de nuevo…  lanzo una de sus frases ” Yo no pensé salir de mi casa, si no, hasta que terminara de estudiar”. Se me rompió el corazón, le propusimos que viniera con nosotros, pero él decidió quedarse pues ya solo le faltaba un año y medio para finalizar sus estudios. 

Vendimos todo lo de la casa, eso fue un dolor inmenso el ver como terminabamos con todo lo que fue testigo de nuestra vida por más de 20 años. Luego estaba mi hijo, su dolor, su inseguridad. Buscamos un apartaestudio para él solo, conversamos bastante con él, le dimos cualuier cantidad de indicaciones y lo dejamos recomendado a mi hermana, lo difícil aquí, era que ella vivía en otra ciudad a dos horas de camino. 

Finalmente nos radicamos en Portugal. Nuestro hijo está perfecto, se adaptó fácilmente a su nueva vida, es aún más responsable y en sus estudios le va estupendo. 

Nosotros no podemos negar que estamos bien, pero falta aquel jovencito alegre que llena la casa con música, sus anecdotas y cuentos de universitarios. Tenemos un inmenso vacio en el corazón que nada puede llenarlo, tenemos el llamado síndrome del nido vacio.

Hoy me pregunto ¿ Será que abandoné a mi hijo? ¿ Hice bien o mal?  no lo se, creo que corrí con suerte, fue una apuesta muy arriesgada. Estoy esperando a  que llegue Diciembre para verlo, olerlo, sentirlo, abrazarlo, darle un millón de besos y pedirle que me perdone por hablerlo abandonado.

*Anónimo. Revista Ligera . Agosto 1 de 2024


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